jueves, 16 de abril de 2009

B-52's, un encantador bombardeo de diversión suelto en Buenos Aires Kate, Cindy, Fred y Keith desplegaron su particular música y generaron la locura e


B-52's, un encantador bombardeo de diversión suelto en Buenos Aires Kate, Cindy, Fred y Keith desplegaron su particular música y generaron la locura en el Luna Park. Las ABBA psicodélicas se llevaron los aplausos por sus voces inconfundibles, mientras el casi narrador cantante se ganó a todos por su simpatía y el guitarrista se dedicó a hacer rugir su instrumento. Gracias por la música.

Si hay alguien que nació para divertir y divertirse, ese es The B-52’s, la banda norteamericana que nació allá por fines de los 80 con una particular música, mezcla de new wave y rock, una loca fusión que los ha hecho populares y que los trajo por segunda vez a la Argentina.

Las siempre diosas Kate Pierson y Cindy Wilson, el simpático Fred Schneider y el guitarrista Keith Strickland, salen a escena acompañados de sus músicos: una morena en el bajo, más baterista y tecladista. La noche comienza bien arriba con “Pump”, ante el delirio de sus seguidores, entre los que se divisa a los treintañeros wave con look incluido y a adolescentes que han tomado a la agrupación como uno de sus referentes modernos.

“Mesopotamia”, “Ultraviolet” le siguieron en la lista, pero el primer tema en detonar la locura, los saltos y más es “Private Idaho”. Los inconfundibles coros de Kate y Cindy se escuchan por primera vez, como lo harán a lo largo de toda la noche en el Luna Park.

La colorada y la rubia (que pisaba nuestras tablas por primera vez ya que en la anterior presentación no fue de la partida) son como las ABBA de la psicodelia (salvando las diferencias, tienen bellos registros), están en forma, teniendo en cuenta que ya pasaron más de tres décadas desde que B-52’s comenzó a hacer de las suyas a puro salto, revoleo de cabelleras y sonrisas naturalmente dibujadas.

Kate luce de negro y rojo, muy provocativa, sensual y encantadora, dejando al descubierto sus piernas. Cindy viste de vestido negro con brillos, más naif, pero también encanta. Fred tiene remera roja que lleva un unicornio, y un pantalón celeste y blanco a rayas. Keith, “el más sobrio”, viste de saco a rayas en negro y azul y pantalón negro. Siempre se destacaron por sus vestimentas que recuerdan a la época sixty de la psicodelia mundial que en nuestras pampas remontan al popular Club del Clan.

B-52’s gusta por esa mezcla tan particular que tiene su look y su música. Pueden hacer desde una psicodelic song, un rock respetable, o un buen pop. Van desde “Gime me back my man”, “Funplex” (parte de su nuevo disco), “Strobe Light” hasta "Quiche Lorraine” o “Juliet Of The Spirits”.

El momento más especial de la noche se lo da “Roam”, cuando las impecables damas de la banda lucen sus bellas voces en un canto que parece interminable y que es una de sus odas siempre esperadas en cada show. Provocan la locura de la gente, que al grito de “oh, oh, oh, oh, oh” les dan su aprobación. Parece un estadio de fútbol, pero no lo es. Y ellos, agradecidos, sonríen una vez más. Se les nota la emoción por el gran recibimiento de los argentinos, pero se lo merecen, por traerle diversión a un pueblo que la necesita.

No faltarán en la noche “Party Out Of Bounds” (y Fred grita "¡Sorpresa! ¿Dónde está el vino?"), “Love in the Year 3000”, “Hot Corner” o “Channel Z”, otro de los clásicos de la banda donde se burlan de la televisión y aprietan el botón del control haciendo zapping.

¡Más psicodelia por favor!... El otro gran momento de la noche se lo da La Casita del amor, como lo presenta Scheider. “Love Shack” es uno de los temas más bailados desde 1989 cuando salió su exitoso disco “Cosmic thing”, la que los trajo por primera vez a Buenos Aires para presentarse el 8 de noviembre de 1992, en el estadio Veléz Sarsfield con Julie Cruise ocupando el lugar de Cindy. Una vez más, desata la locura general. Grandes y chicos mueven sus caderas, saltan y llevan sus dedos en forma de “v” hacia la derecha y la izquierda, imitando aquellos movimientos del 60 que volvieron a hacer populares John Travolta y Uma Thurman en “Pulp Fiction”.

Es el comienzo del final, con nuevas ovaciones para la banda y previo a los bises con “Planet Claire”, “Keep This Party Going” y el infaltable “Rock Lobster”, su primer hit.

Se apagan las luces y comienza el retorno a casa, con una sonrisa dibujada en los rostros y a pura adrenalina porque B-52’s regaló una noche a pura diversión, psicodelia, glamour y esas melodías pegajosas que tanto gustan.

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